UN CUENTO DE FRAY MOCHO QUE TUVO DESCENDENCIA.

 
 
 
CARICATURA FRAY MOCHO
CARICATURA QUE LO MUESTRA COMO SI FUESE UN FRAY.
   
Este escritor es conocido principalmente por su seudónimo FRAY MOCHO. Su nombre verdadero era JOSÉ SIXTO ÁLVAREZ.   

La caricatura que publico lo muestra como un supuesto fray. Lo de Mocho viene porque fue su sobrenombre verdadero. Así lo llamaban sus familiares, y sus amigos íntimos.

No obstante, la palabra mocho tiene varias acepciones conforme sea el país donde se utilice. Creo que el aplicable, sería el significado Mexicano, equivalente a santurrón. Un fray santurrón sería un fray mocho.

Nació en la provincia de Entre Ríos, en la ciudad de Gualeguaychú en 1858, y falleció en la ciudad de Buenos Aires en 1903.

Fue periodista, y escritor costumbrista. Publicó cuentos, novelas, y ensayos.

Fue director de la Revista Caras y Caretas. Un gran director. Basta ver algunos de los ejemplares de esta publicación – con buen nivel artístico, no solamente humorístico – correspondientes al período en que la dirigió.

Como escritor, le gustaba reflejar el lenguaje real que se hablaba en su tiempo, el modo de ser, y los hábitos de los personajes sobre los que escribía algún cuento, relato, ficción o narración.

Por ello, muchos de estos personajes, hablan en lenguaje campero, y/o en lunfardo.

El cuento de hoy es una de las múltiples versiones del luego famoso cuento del tío. Es un texto breve; pero suficiente para gustar del estilo Fray Mocho, y se titula:

«CAPATAZ Y MUERTO DE HAMBRE».

«_ ¡Vea, señor… y perdone el atrevimiento!…Yo soy un mozo bueno, que acabo de llegar de Tucumán nombrado de capataz para la Aduana… ¡Hay que trabajar, señor, para vivir y no hay nada que hacerle! ¡Es la ley!…Bueno… y ¡quiere creerme lo que le voy a decir!… Aquí me tiene en Buenos Aires, de capataz y sin un centavo!… ¡Parece cosa del diablo pero es así!… Estoy seguro que ninguno de mis parientes se ha visto nunca como yo… porque soy del Abasto.

_ ¡Mal palo, che!… Se va a embromar… Si fuera Copa se le apuntaría cualquiera… pero así… se va a quedar de capataz y muerto de hambre…

_ ¿Le parece?… Entonces, me cambio el nombre…

_ ¡Es lo mejor!… ¡Ah!… ¡Y cambiá de cuento también porque el que usás tiene canas!»

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COMENTARIO:

Ahora bien, el cuento allá por fines del siglo XIX tendría canas; pero todavía sigue vivito y coleando, porque – aunque un poco modificado – se sigue usando en estos días del siglo XXI, año 2009.

A veces estoy por la calle, y se me acerca alguien que me dice:

_ Disculpe, caballero (no sé qué habrá visto porque ando sin caballo), vengo de Rosario del Talar y tengo que tomar el tren para ir a mi casa en Calamuchita Norte, dejé a mi nena de cinco años que me está esperando, y se me debe haber caído el dinero porque ahora no tengo nada: ¿Me podría prestar 20 pesos para viajar?

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_ ¡Señor! ¡Señor! ¡Un momentito por favor! Debo ir al correo para despachar hoy sin falta un giro a mi hijo desocupado que está en Catamarca, y me acabo de dar cuenta que me faltan diez pesos: ¿Quiere creerlo? ¡Son sólo diez pesos! ¿Me los podría prestar? Para usted, sin duda no son nada, y a mí me sacaría de un gran apuro, porque ir y volver ahora para buscarlos hasta mi casa en Chascomús me llevaría varias horas.

………………………………………………

_ ¡Oiga Jefe! ¡Qué suerte que me lo encuentro en este semáforo! Me acaba de salir un trabajo en la construcción, y tengo que ir a la entrevista: ¿No tendría cinco pesos para el colectivo?

_ ¡No, conmigo no traigo tanta plata!

_ ¡Qué no vas a tener! ¡Parecés salido de un country y andás en Mercedes!… ¡Agarrado! ¡Tacaño! ¡Miserable!

_ ¡A mucha honra! ¡Si no lo fuera, con gente manguera como vos ya sería mísero, no sólo miserable!

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ÚLTIMA VERSIÓN, GRIPE PORCINA:

 

_ ¡Patrón, por favor no te agarrés la gripe A NN! ¡Venís del colectivo y ahí estuviste tocando cosas que pueden estar infestadas! ¡Ahí seguro que te la pescastes! ¡Aquí por un peso nomás te salvás, limpiate la manos con este gel con alcohol!

_ ¿Un peso? ¿Y éste menjunge que me colocás en las manos tiene alcohol de veras, o es agua con olor?

_ ¡Claro, quedate tranquilo! ¿Qué querés que tenga? Tomá, y dame el peso.

_ Y vos no tenés miedo. ¡Mirá si el peso que te doy ya tiene la gripe A.!

_ ¡Sabés la diaria que estoy haciendo!

_ Igual.

_ ¡Qué voy a tener miedo, si tengo agua para lavarme las manos!

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